lunes, 24 de diciembre de 2012

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El Cielo y el Infierno


EL CIELO Y EL INFIERNO


El diablo existe, aunque algunos no crean en él.
Pero, como decía el Beato Padre Pío, "ya creerán más tarde", pues algún día morirán y se encontrarán con la terrible realidad de haber malgastado su vida, viviendo sólo para el placer y haber sido engañados miserablemente por el demonio.


La beata Ana Catalina Emmerick decía que el infierno es
"un país de infinitos tormentos, donde siempre es de noche".
Sí, ciertamente, es un estado de oscuridad, de odio,
miedo, malicia y violencia en el que no existe la luz del amor.


El Papa Juan Pablo II, hablando del cielo, dijo el 21 de julio
de 1999: "El cielo es el fin último y la realización de las aspiraciones más profundas del hombre, el estado supremo y definitivo de dicha... El cielo no es una abstracción ni siquiera un lugar físico entre las nubes, sino una relación viva y personal con la Trinidad santa.
Es el encuentro con el Padre que se realiza en Cristo por medio del Espíritu Santo... El catecismo de la Iglesia católica dice que se llama cielo a la comunión de vida y amor con la Trinidad,
con la Virgen María, los ángeles y todos los bienaventurados" (Cat 1024).


Y ¿qué dice del infierno? El 28 de julio de ese mismo año 1999 decía en una Audiencia general:
"El infierno es la situación en que se sitúa definitivamente quien rechaza la misericordia del Padre, incluso, en el último momento de su vida... El infierno más que un lugar indica la situación en que llega a encontrarse quien libre y definitivamente se aleja de Dios, manantial de vida y alegría.
El Catecismo de la Iglesia Católica dice que es el estado de autoexclusión definitiva de la comunión con Dios y con los bienaventurados" (Cat 1033).


"No se trata de un castigo de Dios infligido desde el exterior... Por eso, la condenación no se ha de atribuir a la iniciativa de Dios, dado que en su amor misericordioso Él no puede querer, sino la salvación de los seres que ha creado. En realidad, es la criatura la que se cierra a su amor. La "condenación" consiste, precisamente, en que el hombre se aleja definitivamente de Dios, por elección libre y confirmada con la muerte, que sella para siempre esa opción".

Fuente: Dulcísimos nombres de Jesús y María




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