Cuando salió
de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato.
El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.
La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron de inmediato.
El se acercó, la tomó de la mano y la hizo levantar. Entonces ella no tuvo más fiebre y se puso a servirlos.
San Jerónimo (c 347-420), sacerdote, traductor de la biblia al latín, doctor de
la Iglesia
Homilía sobre el evangelio de Marcos, nº 2C
Homilía sobre el evangelio de Marcos, nº 2C
¡Si Jesús se acercara a nosotros y con una sola palabra curara
nuestra fiebre! Porque cada uno de nosotros tenemos nuestra fiebre. Que Jesús se
acerque, pues, a nosotros, que nos toque con su mano. Si lo hace, la fiebre
desaparecerá al instante porque Jesús es un médico excelente. El es el
verdadero, el auténtico médico, el primero de todos los médicos. Sabe descubrir
el secreto de nuestras enfermedades: él nos toca, no en el oído ni en la frente
sino en las manos, es decir: en nuestras obras malas...
Jesús se acerca a la mujer enferma porque ella no podía levantarse y correr a su encuentro. Él, el médico misericordioso y comprensivo se acerca a su lecho, él que llevó sobre sus hombros a la oveja enferma (Lc 15,5)... Se acerca porque quiere; toma la iniciativa de la curación. Se acerca a esta mujer y ¿qué le dice? “Tú tenías que haber corrido hacia mí. Tú tenías que haber venido a la puerta para recibirme para que tu curación no fuera sólo efecto de mi misericordia sino también de tu voluntad. Pero como estás abatida por la fiebre y no te puedes levantar, soy yo quien me acerco y voy hacia ti.”
Jesús se acerca y la hace levantar... La toma de la mano. Cuando uno está en peligro, como Pedro en el lago, a punto de ahogarse, Jesús lo toma de la mano y lo levanta. Jesús hace levantar a esta mujer tomándola de la mano: su propia mano coge la mano de la mujer. ¡Dichosa amistad! ¡Feliz contacto! Jesús la coge de la mano como un médico: constata la violencia de la fiebre, él, el médico y el remedio. Jesús la toca y la fiebre la abandona. Que toque también nuestra mano, que cure nuestras obras... levantémonos, permanezcamos en pié... Pero, dirá alguno: “¿dónde está Jesús?” Está aquí, en medio de nosotros, dice el evangelio. “En medio de vosotros hay uno a quien vosotros no conocéis. El Reino de Dios está en medio de vosotros” (Jn 1,26; Lc 17,21). Tengamos fe y experimentaremos también la presencia de Jesús.
Jesús se acerca a la mujer enferma porque ella no podía levantarse y correr a su encuentro. Él, el médico misericordioso y comprensivo se acerca a su lecho, él que llevó sobre sus hombros a la oveja enferma (Lc 15,5)... Se acerca porque quiere; toma la iniciativa de la curación. Se acerca a esta mujer y ¿qué le dice? “Tú tenías que haber corrido hacia mí. Tú tenías que haber venido a la puerta para recibirme para que tu curación no fuera sólo efecto de mi misericordia sino también de tu voluntad. Pero como estás abatida por la fiebre y no te puedes levantar, soy yo quien me acerco y voy hacia ti.”
Jesús se acerca y la hace levantar... La toma de la mano. Cuando uno está en peligro, como Pedro en el lago, a punto de ahogarse, Jesús lo toma de la mano y lo levanta. Jesús hace levantar a esta mujer tomándola de la mano: su propia mano coge la mano de la mujer. ¡Dichosa amistad! ¡Feliz contacto! Jesús la coge de la mano como un médico: constata la violencia de la fiebre, él, el médico y el remedio. Jesús la toca y la fiebre la abandona. Que toque también nuestra mano, que cure nuestras obras... levantémonos, permanezcamos en pié... Pero, dirá alguno: “¿dónde está Jesús?” Está aquí, en medio de nosotros, dice el evangelio. “En medio de vosotros hay uno a quien vosotros no conocéis. El Reino de Dios está en medio de vosotros” (Jn 1,26; Lc 17,21). Tengamos fe y experimentaremos también la presencia de Jesús.
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