lunes, 17 de diciembre de 2012

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Testimonio de Medjugorje

Mis rodillas se bloqueaban
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-Relato de la Hermana Emmanuel
De "Medjugorje, el triunfo del corazón"-


Un sacerdote de Nueva York, el padre Albert Shamon,
conocido teólogo y con un profundo apego por la Iglesia,
decide ir a Medjugorje, queriendo saber a qué atenerse
acerca de las "supuestas" apariciones marianas.

Él mismo relata su primer día:

-Con algo de temor, decidí llevar sobre mí al Santísimo
Sacramento, como lo hace todo sacerdote cuando lo llaman
a la cabecera de un enfermo. Tenía la intuición de que si
las apariciones eran obra del demonio, ¡ la presencia de
Nuestro Señor lo haría huir despavorido !

Cuando llegué, ya mucha gente estaba apretujada frente
a la puerta que conduce al cuarto de las apariciones.
Pensé que no podría entrar, pero el franciscano que vigilaba
la entrada me vió, me reconoció, apartó a la gente y me
hizo entrar. Yo atribuía este favor al hecho de llevar sobre
mí al Santísimo Sacramento.

La salita estaba repleta y me encontraba muy aplastado
contra la pared, muy feliz de estar allí a pesar de todo.

Cuando llegaron los videntes, escoltados por el padre
Slavko, Marija y Jakov se pusieron de rodillas cerca de la
puerta para comenzar a rezar el rosario, deteniéndose en
el tercer misterio doloroso. El padre Slavko comenzó enton-
ces a hacer algo de espacio en el cuarto y pidió a la gente
que estaba delante de mí que se desplazara.

Para mi gran satisfacción, me encontré así justo delante
de Marija.

La aparición comenzó y, siguiendo una señal del padre
Slavko, todo el mundo se arrodilló. Todo el mundo salvo
yo, porque a pesar de mis esfuerzos, mis rodillas se negaban
a doblarse, estaban totalmente bloqueadas. Desconcertado
me agaché para no hacerme notar demasiado.

Esa misma tarde concelebré la misa y mis rodillas funcionaron
normalmente.

Al día siguiente decidí probar nuevamente mi suerte (1)
y me paré frente a la puerta. El mismo franciscano me hizo
señas de entrar y yo le agradecía a Jesús, a quien llevaba
sobre mí, por este insigne favor. Pero en el momento de
la aparición... ¡ imposible ponerme de rodillas ! A pesar de
mis esfuerzos, no lograba nada. De nuevo tuve que inclinarme
profundamente.

Siempre llevando al Santísimo Sacramento, fui autorizado
una tercera vez a asistir a la aparición. Como mis rodillas
estaban nuevamente bloqueadas, le pregunté a la Santísima
Virgen que me dijera por qué... Y me pareció oirla diciendo:

`Yo no quiero que mi Hijo se arrodille ante mí.´

Partí de Medjugorje, convencido de la autenticidad de lo que
allí sucede.

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(1) Por una cuestión de equidad, es muy raro que a una
misma persona se le permita asistir a las apariciones más de
una vez.


Fuente: Dulcísimos nombres de Jesús y María

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